Uno pasa los años
creyendo, ingenuamente claro, que puede medir el amor
como si se tratara de una absurda medida matemática.
Al menos yo, para vos no puedo.
Son sólo tuyos -suave príncipe-
cada uno de mis versos que desangro por entero,
porque sólo soy éstas letras
que te entregan granitos de arena de puro amor.
Sé que no he de tenerte
ni por un instante en que la luna haga sombra de tu cuerpo en el jardín...
no he de olvidarte,
será por eso que mis lágrimas ya acostumbradas
se desprenden de a par al recordar la gracia de tus manos
el suave durazno fresco de tu piel...
tus ojos - mi paz - que abrazan con ternura.
Me voy, me voy lejos...
y te quiero.