Con Daniel nunca era el último trago.
Mis ojos permanecían fijos totalmente perdidos en la nada de aquella copa vacía.Los personajes permanecían a mis espaldas comiendo, bebiendo,riéndose a carcajadas ajenos a todos los ecos ásperos y oscuros que giraban en mi cabeza. El humo del tabaco del tipo gordo de la esquina de la barra dejaba escapar entre bocanada y bocanada una espesa chimenea azul produciéndome una náusea pasajera, seguramente una mezcla de sensaciones retorcidas en mi estómago recordando los hechos de la tarde a tan pocas horas; sabiendo que nada iba a cambiar en absoluto.
Daniel perdía sus manos, y lo que quedaba de su dinero, en la cintura de la preciosura rubia junto a la barra, yo lejos y aturdido por el alcohol seguía con mi vodka tonic.
El barman, con una sonrisa pintada, no dejaba nada al azar. Los mismos pensamientos retumbaban en mi cabeza una y otra vez, los detalles de los últimos minutos, la pesada lluvia abanzando sobre el agujero del techo, la humedad de la pared recibiendo los impactos del arma, la mancha de sangre concentrando pistas...
El cuerpo aun caliente convulsionando a la espera de un inequívoco acto de vida... y la eterna noche cerrando su manto en mi conciencia ciega...
CUENTAS DE VIDRIO
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Así, rodado, crepitado, ungido,
estarcido y flagrado,
como derrama un niño cuenta y cuenta
de vidrio en la sonora
patena de la noche, te he entregado
mi p...
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